Wednesday, August 7, 2013

Reunión de Desconectados


Hoy asistí a la primera Reunión de Desconectados del Distrito Capital. 
Celebrado en la Quinta Esmeralda y patrocinado por La Sociedad Contra la Autohipnosis y el Ensimismamiento, este peculiar encuentro se caracterizó porque los asistentes debían dejar en la entrada sus teléfonos celulares, laptops, tablets, relojes y demás artilugios con los que pudieran conectarse a internet.
Al principio, todos dejaron sus dispositivos de buen talante, pues el incentivo era una cesta navideña repleta de vinos chilenos, quesos, una enciclopedia y una franela de Los Pitufos, por lo que la gente entró de lo más contenta al gran salón. Luego de un pequeño brindis, los presentes se sentaron en sus respectivas mesas, con la idea de compartir un sano diálogo y tertulia con los demás asistentes. Pasados los primeros diez minutos, una sensación de incomodidad empezó a apoderarse de la gente, al ver que se iban agotando los temas de conversación. Esa primera sensación agobiante, parecida al silencio incómodo cuando uno viaja en el ascensor con un poco de gente extraña, luego se hizo más profunda y pude notar cómo varias personas empezaron a sudar frío y a mirar a todos lados menos a sus compañeros. La gente se revisaba los bolsillos, como buscando aquel artefacto electrónico que parecía llamarlos desde la recepción, donde estaban a resguardo bajo llave y candado. En pocos minutos, las conversaciones empezaron a perder el hilo de la coherencia y la gente enmudeció, levantándose de sus sillas y dando giros por los alrededores. Otros jugaban torpemente con las copas y las tazas de café, o fumaban en el balcón. Como no soy tan adicto a estar conectado, pude ver con cierta objetividad aquella situación. Una señora trató de sobornar secretamente a un mesonero para que le dejara enviar un mensajito de texto, pero el personal estaba bien entrenado para estos síntomas y aquel hombre se sacó rápidamente el fajo de billetes que la dama le había metido en el pantalón, negándose amablemente.
A la media hora, otra dama decidió romper por todo lo alto con aquel rictus de silencio e incomodidad:
— ¡Dejen de caerse a mentiras ustedes mismos, cuerda de hipócritas! ¡Que nos devuelvan ya nuestros teléfonos! ¡Esto es un abuso, un intento de lavarnos el cerebro dizque para conversar como humanos! Ya debo de tener como treinta pines de mi novio y no aguanto más esta charada ¡ME VOY! —
Dicho esto, aquel clamor encontró eco entre los presentes, que se unieron a la gritería y se abalanzaron sobre los mesoneros y los organizadores del evento, amenazándolos a punta de cuchillos y tequeños para que les devolvieran sus dispositivos. Otros amarraron al cocinero con un mantel y amenazaban con ahogarlo metiéndole la cara en una hielera. Ante tanta presión, el Presidente de la Sociedad llamó a la cordura y abrió las puertas del salón. Afuera los esperaban las chicas de protocolo, que fueron arrolladas por la masa de gente que quería recuperar sus teléfonos a toda costa, como zombis de la conexión. Los paramédicos, listos para la emergencia, tenían ya más de cincuenta laptops conectadas a banda ancha con Instagram, Twitter y Facebook, para los más urgidos. Las camillas y medicinas eran para el staff de organizadores, obviamente. También, y en apoyo a la economía informal, se dispusieron doce kioscos con sombrilla, donde los buhoneros alquilaron sus famosos celulares encadenados a las mesas, ofreciendo el mismo efecto tranquilizador de una llamada en el bulevar de Sabana Grande. Para los más conservadores, había fax, telegramas, y hasta un stand de Ipostel, por donde a nadie se le ocurrió pasar.

Por mi parte, simplemente quise relatarles, queridos lectores, esta breve reunión, que escribo desde mi dispositivo móvil, con la extraña certeza de que tal vez este encuentro para promover el diálogo entre humanos, sin la intervención de algún perol tecnológico, sea el último en celebrarse. Los dejo porque tengo correos pendientes por responder y la mujer ya me ha enviado como cien pines. 

2 comments:

  1. juas juas juas juass!!!! la nueva realidad de el zombi nation en que vivimos, veridico y muy cierto, como se nos va la vida en lo externo, en tantas muletas que nos privan de caminar, trotar, correr y volar con el compas del tiempo y dedicarnos a lo que realmente importa. Como nos dormimos intencional e inconcientemente para evitar la realidad. Sin saber que esa realidad es el mejor regalo que cualquiera pudiese tener. Viviendo en presente y con todos los sentidos en extrema alerta y conciencia. Recortar esa brecha entre los pensamientos y las acciones hasta que se conviertan en tiempo real!

    ReplyDelete
  2. Tan cierto y real que parece ciencia ficción.

    ReplyDelete